El lago Bled es una de las maravillas de Eslovenia, según la guía y las personas que han visitado el país. Para darnos una vuelta hasta aquí decidimos hacer una noche fuera a fin de tener tiempo de sobra. Con la temperatura tuvimos suerte: tras unos días de lluvias intensas, tormentas y fresco lucía el sol. Salimos el lunes relativamente pronto pero sin agobios, y a media mañana estábamos en Bled, situado un poco mas arriba de Kranj y no demasiado lejos de la frontera austriaca.
En un extremo de lago está la localidad de Bled, de algo mas de 5.000 habitantes y uno de los centros turísticos más importantes. Sin embargo, no es lo mismo que un centro turístico en España. Hay hoteles y apartamentos, pero pese a tratarse de un 13 de julio no existe el menor agobio. Encontramos sitio en los aparcamientos y en el paseo que circunda el lago tampoco hay apretura alguna.
Al contrario de lo ocurrido hasta ahora, hacía calor y teníamos que ir buscando la sombra, cosa que, afortunadamente, no era demasiado difícil.
Por todos los lados alquilaban barcas de diferentes modelos para acercarse a la islita, aunque también te ofrecían pasajes en unos barcos para una veintena de personas. Al final alquilamos una de cuatro plazas y pusimos rumbo a la isla, donde dimos una vuelta.
Carlos cumplió su papel dignamente, sin duda fruto de sus experiencias en el Duero zamorano. Las de Juanma debieron ser menores, pues durante su trayecto era la barca la que elegía el rumbo por muchos esfuerzos que hiciera el remero.
Por todos los lados alquilaban barcas de diferentes modelos para acercarse a la islita, aunque también te ofrecían pasajes en unos barcos para una veintena de personas. Al final alquilamos una de cuatro plazas y pusimos rumbo a la isla, donde dimos una vuelta.
Pactamos que a la ida remaría Carlos (solo puede hacerlo uno) y Juanma de regreso, lo que quizás fue un error.
Carlos cumplió su papel dignamente, sin duda fruto de sus experiencias en el Duero zamorano. Las de Juanma debieron ser menores, pues durante su trayecto era la barca la que elegía el rumbo por muchos esfuerzos que hiciera el remero.
Al cabo de un rato buscamos un lugar cómodo para tomarnos los bocadillos que trajimos de casa y después le toco el turno al chapuzón pues era difícil encontrar mejor entorno. Hacía mucho calor y era casi imprescindible mojarse. El agua, para completar el día, estaba en su punto: ni calurosa estilo caldo mediterráneo, ni fría como corresponde a un lugar de montana, pues a pesar de ser un lago alpino, tiene fuentes de agua caliente que manan de su fondo.
Para mayor satisfacción nos acompañaron una pareja de blancos cisnes con cuatro criaturas todavía de pelaje gris. No tuvieron otra ocurrencia que pararse a comer hierba en el lugar donde debíamos salir del agua y solo pudimos hacerlo tras una negociación.
Antes, por libre, lo intentó Maribel y papa-cisne le lanzó una dura mirada que la freno de inmediato.
Tras el baño subimos al castillo a patita desde el borde del lago. Desde arriba la vista era todavía más impresionante y uno no se cansaba de revisarlo todo. Veíamos a estos bañistas muy pequeñitos, al sol sobre una plataforma.
Tomando una caña de las de aqui (medio litro) nos hartamos de husmear con la vista todos los rincones
y después recorrimos el museo del castillo, de un interés sensiblemente menor que el paisaje.
Este pozo, no obstante, era muy antiguo, anterior a la Edad Media aunque estaba restaurado.
A esas alturas ya estábamos cansados de dar vueltas y pusimos rumbo a la casa donde habíamos reservado habitaciones por internet. Estaba situada a unos cinco kilómetros del lago y, aunque pensábamos lo contrario, fue sencilla de localizar. En el jardín tenían esta casita para pájaros.
Las habitaciones estaban bien y los 55 euros de cada una incluían el desayuno, que fue normal. Esta localidad , Zasip, debe ser un lugar elegido por gente de posibles pues en el paseo que dimos después de cenar nos hartamos de ver casas maravillosas: de gran tamaño, con diseños atractivos y casi todas abiertas o con un setito y utilizando con abundancia la madera. P ara cenar nos dirigimos a la gostilna Kurej, quizás la única de la zona, que repitió el esquema de las conocidas: unos pocos platos sencillos y un precio muy razonable.
Dudábamos si recorrerlo o no y empezamos en la capilla de San Juan Bautista, destacado ejemplo de arte medieval y con abundantes frescos que se encuentra en una punta del lago. Además, dentro hacía fresquito. Al poco de empezar a caminar nos dimos cuenta de que la temperatura era muy elevada, por lo que dimos marcha atrás y nos fuimos en coche a las cascadas de Savica, situadas en el extremo contrario.
Aqui si que habia gente y la mayoria sacaba la entrada para subir a contemplarlas, un esfuerzo para nada sencillo ya que el camino son cuestas y nada menos que 535 escalones. Algunos los contamos con cuidado pues habian convocado un concurso, para el que rellenamos nuestros correspondientes formularios.
Para completar el dia subimos en una cabina tipo teleferico al monte Vogel, de casi 1.600 metros, lo que supuso ascender cerca de mil metros en unos minutos.
Aqui estamos las dos parejas en la cumbre:
Aqui el dia era agradable y tras un paseo tomamos un refrigerio en la gostilna situada en la cumbre, donde existe tambien un hotel y varias instalaciones mas (apartamentos, restaurantes...). Para reponerse de los esfuerzos no esta mal una cervecita:
Muy cerca hay un teleferico que lleva a los esquiadores a las pistas durante la temporada invernal.
Esta es unapequenha muestra de las flores que fotografio para un amigo:
Al bajar nos acercamos al lago con intencion de banarnos, pero el agua no era la de Bled. Carlos se llevo una sorpresa al constatar que estaba helada, por lo que nadie se animo.
Por eso, tras un rato de lectura y descanso iniciamos el regreso a casa, bueno a la casita de vacaciones, mientras contemplabamos la casi ofensiva transparencia de las aguas de un rio que nutre el lago. Simplemente, parecia que no habia agua dada su blancura.
Solo nos cruzamos con un coche, con seguridad porque los eslovenos se conocen su red viaria. Cuando despues volvimos a conectar el GPS pregunto si queriamos dejar de lado carreteras no asfaltadas, algo que antes no habia hecho. Bueno, nos echamos unas risas y las dos bellas durmientes no dieron credito cuando despertaron.
Antes de poner rumbo a casa hicimos una parada en Skofja Loka ("Campo de los Obispos"
Es patrimonio historico y cultural de Eslovenia y tiene un casco, todo peatonalizado, muy interesante.
Tras dar unas vueltas iniciamos la ultima etapa del regreso ya muy cansados. En casa reutilizamos la mesa de la terraza exterior para cenar pues tambien aqui, en la media montana, hacia una muy buena temperatura.
No sé si lo del concurso será verdad pero reconoce que habrías contado los 535 escalones de todas maneras!!!!
ResponderEliminarMuy bucólico todo pero si seguís yendo a tantos sitios de monte no sé donde les vais a comprar regalos a vuestras queridas hijas!! :)
Muy bueno el alarde masculino con los remos...papá ya te imagino en "plan machito"...pero Carlos te ha dejado a la altura del betún!!impresionantes las fotos del lago, qué azul tan...azul, no?, besos y cuidado con los cisnes...
ResponderEliminarJas sem Irena .Vivo en Argentina ver las fotos por donde anduve me emosionaron mucho se que se camina mucho todo es cuesta arriba pero por Dios que maravilla ¿tocarón la campana de la iglecia del lago?decen que si la hacen tocar tres veces regresarán.Un Beso Y unos Cuantos lagrimones GRACIAS.
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