sábado, 18 de julio de 2009

(9) En Zagreb a 33 graditos

Elegimos de común acuerdo con Marian dirigirnos hoy a Zagreb, la capital croata, que ni ella ni nosotros conocíamos. Se trataba de una visita rápida en el día y tampoco salimos muy pronto ya que estando todos de vacaciones no hay que agobiarse.

El día, por lo demás, prometía ya desde primeras horas calor en abundancia. Desde casa eran cerca de 200 kilómetros y nuestro vehículo no es precisamente, a pesar de la multa por exceso de velocidad, un fuera de serie aunque se porta como un jabato. En un viernes de julio la circulación era densa y antes de salir de Eslovenia la autopista se interrumpe 14 kilómetros lo que resultó un fastidio. No obstante, el tramo está en obras y un cartel advertía que tienen intención de acabarla pronto... con fondos de la Unión Europea, como nosotros en los últimos lustros.
Fuimos a Zagreb sin kunas, la moneda local, en la confianza de que admitieran euros o tarjetas donde lo necesitáramos. Pronto comprobamos que nuestro deseo era eso, un deseo, pero ni mucho menos una realidad. Antes de llegar a destino tuvimos que pasar la frontera con una doble parada con cada policía, un trámite mas lento de lo deseable, y acto seguido otra vez en el peaje de la autopista croata. Es una suerte que las de Eslovenia sean gratis portando un sello que mediante un pago anual te permite circular sin problemas, el mismo sistema que aplica Suiza.
El GPS nos facilitó la llegada a un párking en el centro de la ciudad, donde nos enteramos de que el pago debía hacerse en kunas y que no admitían tarjetas de crédito. Todo un atraso contra el que no hay nada que hacer. No nos quedó otro remedio que sacar kunas de un cajero.

La primera impresión de la ciudad no fue muy atractiva. Desembocamos en unas calles grisáceas y tratamos de orientarnos. A lo lejos divisábamos las torres de la catedral y hacia allí nos dirigimos, sin mucha fortuna con un plano que poco facilitaba.

Hacía muchísimo calor y teníamos que ir buscando la sombra para no asfixiarnos. A lo largo del día descubrimos el motivo de nuestra dificultades con el plano: si en la calle ponia Maliki Trenkiev, en el plano figuraba ulica (calle) Trenkova (que viene a ser algo así como calle de Trenkiev, lo que nos confundió al principio).

Pese a todo llegamos a la catedral, llamada de la Asuncion de la Virgen y de San Esteban, construida sobre una catedral románica destruida por los tártaros en 1242. Nos sentamos un rato para solazarnos en el relativo frescor del templo, aunque Ana tardó un poco más en acceder ya que un vigilante de la moral y las buenas costumbres le impidió entrar por llevar un vestido supuestamente inapropiado. Lo hacía con muchas mujeres, pero casi todas finalmente se colaban cuando se despistaba. Dimos también un vuelta por el Kaptol, el barrio eclesiástico que fue el origen de la ciudad. Allí existen numerosos locales y entidades religiosas. Tambien este delicioso teatro, originariamente una casa burguesa.

El resto de al ciudad antigua se divide en dos zonas claramente diferenciadas. La parte alta, Gorni Grad, la mas vieja, y Donji Grad, mucho mas moderna y que puede considerarse un ensanche diseñado y ejecutado entre finales del XIX y principios del XX.
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Esta es una parte del barrio antiguo, de lo más atractivo.

Se conoce esta última como la herradura verde, ya que tiene forma de U y los enormes edificios oficiales y culturales que la integran están rodeados de amplios jardines y alamedas.

En medio, actuando a la vez como punto de unión y de frontera, la calle Ilica, la principal arteria comercial... en la que vimos un Mango pero no Zara (una sorpresa), tienda que si se encuentra en Liubliana.
En el paseo por el barrio alto encontramos una magnifica iglesia, San Marcos,nada menos que de 1242, aunque con muchos elementos posteriores, situada frente al Parlamento, donde se concentraban numerosos periodistas.

En la cubierta, ya del siglo XIX, están los escudos de Croacia, Dalmacia y Eslavonia.


Los periodistas nos dijeron que esperaban la llegada de los líderes de los grupos políticos parlamentarios, pero que no era para nada especial. En la parte inferior de esta zona nos topamos con un atractivo mercado al aire libre de frutas y verduras, pero el mediodía de una calurosa jornada de julio hacía que hubiera mas vendedores que clientes.

Allí mismo había una fuente que alguna aprovecho para refrescarse.

Para comer nos instalamos en una de las terrazas al aire libre y después tomamos café en otra calle vecina, la del Puente Sangriento, por donde en su día corría un arroyo. Aquí todo son terrazas de cafeterías y restaurantes y tuvimos la impresión de que si por el día hay mucha gente a la caída de la tarde debe ser una explosión cuando salgan a tomar el fresco los que ahora se refugian en sus casas.

Tras el rato de descanso nos pusimos a recorrer la herradura tras circular por la calle comercial. Ana se entretuvo buscando un sombrero para el sol, que encontró a su gusto tras algunos intentos fallidos. También se fotografio en una curiosa estatua; en toda la ciudad había muchas parecidas.

Entramos también al jardín botánico, bastante fresco y donde se muestran más de 10.000 especies de todo el mundo.

En el paseo nos encontramos con uno de los grupos del festival de folclore internacional, a los que Ana decidió fotografiar. Se trata de veteranas "majorettes" de Zagreb que posaron encantadas.

Desde aquí nos dirigimos a por el coche, comprobando que la calle comercial se encuentra junto a la catedral, por lo que empezamos esa mañana por el lugar menos atractivo cuando teníamos al lado lo más interesantes. En fin, cosas del directo.

En cualquier caso, nos marchamos de Zagreb considerando que es una ciudad muy interesante, aunque no espectacular, en la que la historia pesa y que tiene en su haber ser la cuna de dos inventos notables: la corbata y el bolígrafo. La primera formaba parte del atuendo de mercenarios croatas contratados por el rey francés Luis XVI, que llevaban una cinta enlazada al cuello que fue adoptada por los franceses con el nombre de cravate (corbata). El bolígrafo se lo debemos a Salvoljub Penkala en el lejano 1906, autor igualmente de descubrimientos como la bolsa de agua caliente y la botella. termo.

1 comentario:

  1. No sabíamos que fueras tan mañoso remando, más o menos como conduciendo por esos países, anda que multarte, no sería algún primo de Zoran, porque la situación se parece mucho.
    Ahora en serio, nos ha parecido un reportaje muy bonito, con unos parajes extraordinarios. Seguid pasándolo bien.
    Nosostros sin novedad, aquí en Roda descansado. Un abrazo. Jose y Pili.

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