lunes, 27 de julio de 2009

(14) Pozneje se vidimo (hasta luego), Rovte y Eslovenia

Aunque veintitantos días de vacaciones parecen casi eternos al principio, finalmente se acaban. y entonamos el "pobre de mí" como en los sanfermines. Mañana a las 16 horas tomamos el avión a París y desde allí seguiremos para Vigo, adonde llegaremos por la noche si no surgen problemas dado que tenemos poco mas de una hora de margen en el Charles de Gaulle.

Hoy ha sido de hecho el ultimo día ya que mañana lo dedicaremos a hacer el equipaje y limpiar la casa, aunque esta tarde hemos avanzado limpiando el coche y recogiendo el exterior de la parcela. Todo ha quedado en condiciones, casi tal y como nos la dejaron, que es lo menos que se puede pedir. Esta a priori sencilla operación no lo ha sido tanto. La avería de la bomba se ha reproducido esta mañana y cada poco se va el agua. La solución es sencilla: paseo hasta el garaje y golpecito al motor, con lo que vuelve a funcionar. Nuestro temor es que una de de estas veces la máquina se plante y quedemos sin agua.

La familia de intercambio está haciendo lo mismo en Vigo, según nos han explicado en un detallado email. Por lo demás el día ha sido una repetición del viernes en Idrjska Bela, donde, tal y como pensábamos, no había nadie por la mañana y nos bañamos con tranquilidad, pese a que el agua estaba helada. En algo se tienen que notar nuestras raíces atlánticas.

Estuvimos allí hasta pasadas las dos y después nos despedimos de la comida eslovena en una gostilna de Idrija; no era la que queríamos (cerrada por descanso), pero nuevamente comimos bien.
Pozneje se vidimo, Eslovenia y, especialmente, esta casita acogedora y estupenda de Rovte. Y como dice el mensaje de la entrada de la mina de mercurio "Buena suerte":

A partir de ahora Eslovenia será para nosotros un país cercano e identificable: antes no teníamos casi referencias y tras recorrerlo durante tres semanas nos ha dejado el poso de su nivel de desarrollo, la belleza de sus paisajes y la amabilidad de la gente. Ninguna queja, seguridad, buen tiempo, buen entorno y buena compañía. ¿Se puede pedir mas? 

domingo, 26 de julio de 2009

(13) Vagancia a espuertas para despedirnos

En los últimos tres días no hemos hecho nada especialmente relatable. El jueves, a la vuelta de Logarska Dolina, decidimos que era el momento de hacer un alto que ha sido definitivo. Como sigue el buen tiempo y el calor, el viernes buscamos un lugar donde darnos un chapuzón y pasar el día. Lo habíamos echado de menos cuando estaban aquí Carlos y Maribel, y nos tomamos un día en blanco, pero no sabíamos de ningún sitio donde bañarnos.

Esta vez Ana buceó a fondo en internet y encontró un sitio en Idrija, Idrjska Bela, que fue todo un descubrimiento. Esta situado a siete kilómetros del pueblo minero por una carreterita que sigue el curso de un río en el fondo de un barranco. El camino era una chulada y cuando vimos la zona quedamos prendados.

Por resumir, es una especie de piscina fluvial con características algo especiales. Como el río no lleva mucha agua han hecho una represita y formado casi un lago de forma irregular y unos 150 metros de largo. Al comienzo hay otra presita que genera lo que podemos definir como la piscina de los peques, y todo el recinto está lleno de arboles y rodeado de montanas.

Es un sitio encantador y a la hora que llegamos, última de la mañana, sin mucha gente, aunque por la tarde se fue llenando. Pasamos un rato muy agradable ya que para completar el conjunto el agua esta fresca, pero no helada.

Comimos unos bocatas allí mismo y estuvimos unas horas en plan relajado dedicados también a la lectura. Ana aprovechó y se tiro varias veces de cabeza en un sitio que cubría lo suficiente.

Al volver a casa nos llevamos una sorpresa. Al final del camino que lleva a la propiedad, ya dentro de la parcela, había un coche. El camino solo lleva a nuestra casa, por lo que resultó evidente que o se habían colado o venían de visita. Más bien lo primero ya que eran unos desconocidos a los que había llamado la atención una vivienda diferente a todas las demás de la comarca. Los Tuma ya nos habían advertido que podría ocurrir y su consejo fue que en tal caso les hiciéramos "fu" como al gato. No lo seguimos al pie de la letra, y a sus preguntas les dimos algunos datos aclarando que estábamos de vacaciones. Eran cuatro personas muy agradables, una de ellas una señora de la zona que había emigrado a Australia y cuya familia había vivido en esta zona hace 50 anos; otro era su hermano. Se despidieron y se fueron.Lo cierto es que no nos extraña que esta casa de juguete llame la atención.

Hoy domingo también lo hemos tomado con calma y ayer tampoco fue diferente, pero como fuimos a Liubliana a hacer unas compras poco hay que contar de la jornada salvo que cuando salimos a dar un paseo de atardecida observamos levantarse con trabajo a un ternerito que acababa de nacer. Muy bucólico. Les estamos cogiendo cariño a las vacas que oímos mugir por todas las esquinas.

Esta mañana decidimos ir de marcha y Ana encontró una opción, también por internet, partiendo de Ziri, un pueblo de unos 5.000 habitantes que se encuentra a unos 12 kilómetros y por el que hemos pasado unas cuantas veces.

Hablaba de un paseo de tres o cuatro horas en un monte de impronunciable nombre,el Mrzli Vrh (esto último puede significar monte) por un lugar que entre los años 20 y 40 del siglo pasado fue frontera entre Italia y la inicial Yugoslavia, lo que quiere decir que por entonces Italia ocupaba una parte de la actual Eslovenia.

En la información se indicaba que existían todavía marcos fronterizos de la época, alguno de los cuales encontramos.

Da la casualidad de hoy se celebraba Santa Ana, que en las afueras de Ziri existe una iglesia dedicada a esta santa que solo abre este día y que el camino pasa por allí. Aquí esta la interesada en el día de su santo con la iglesia de su patrona al fondo del idílico puentecito. Por cierto, que agradece las felicitaciones recibidas.

A poco de empezar el camino llegamos al templo, donde acababa de terminar la misa.

Una banda amenizaba la mañana y numerosos paisanos charlaban mientras tomaban bebidas y dulces, que una mujer depositaba sobre una mesa.

Los únicos foráneos éramos nosotros deambulando por esta Eslovenia profunda, pero no parecía que despertáramos interés alguno. De hecho, como en España, todo el mundo se saluda en el monte y quedamos muy propios con nuestro "dobro dan". Fue un rato agradable, pero al poco seguimos nuestro camino en medio del paisaje maravilloso habitual, donde pocas cosas están fuera de su sitio y la guarrería brilla por su ausencia.

Desde el principio fue una caminata dura, algo que ya esperábamos pues de los menos de 500 metros de altitud de Ziri teníamos que subir a algo más de mil.

El paisaje era excepcional, incluso más bonito que el habitual, pero sudamos de lo lindo. Durante un rato encontramos señales, pero como suele ocurrir pronto desaparecieron. Recibimos indicaciones de dos grupos de paseantes pero enseguida empezamos a avanzar sin guía alguna. Juanma está aquí en una especie de refugio, del cual ignoramos su finalidad.

Pasado un buen rato decidimos regresar por el mismo camino, sin ver la antigua frontera ni mojón alguno, pero en un cruce surgió otra indicación a Ziri por una ruta mas corta y la seguimos.

Caminábamos por la cresta plana de una montana sintiéndonos como Heidi con el único horizonte de prados, árboles, pájaros y como mucho alguna vaca, con Ziri muy abajo, prueba palpable de lo que habíamos subido, cuando de repente vimos un mojón.

Estaba fechado en 1920 y tenia una letra diferente en cada lado: la I para Italia y la J de Yugoslavia. Quedamos encantados y pensamos en lo que habría sido la vida en Ziri cuando era una villa fronteriza.La foto siguiente esta hecha en la cumbre plana del Mrzli Vhr.

Llegamos al pueblo satisfechos de la caminata de cinco horas pasadas las cuatro de la tarde. Buscamos una gostilna local para comer, algo impensable con el sistema español de funcionamiento de los restaurantes. Voy a dar los detalles del almuerzo por lo que luego veréis. Nos tomamos una ensalada mixta para los dos y un consistente plato, gnoccis con carne, que nos supieron a gloria. De bebida, agua mineral y Juanma dos cervezas, una de ellas grande de las de aquí (medio litro), que el día había sido duro. La sorpresa llego con la cuenta: ¡12,96 euros los dos!

Bueno, aparte de esto hemos pensado como distribuir el día de mañana, último de vacaciones en Eslovenia pues el martes regresamos a Vigo. Por la mañana seguramente iremos de nuevo a bañarnos a Idrija para comer allí, que tiene sitios interesantes, y por la tarde empezaremos a recoger, lavar el coche y cosas así aunque la limpieza de la casa quedará para el martes ya que el avión no sale hasta las cuatro de la tarde.
La pena es que va quedando menos....

jueves, 23 de julio de 2009

(12) Callejeando por Trst (¿de qué ciudad se trata?)


El último da de estancia de Marian nos dirigimos a Trieste, ciudad italiana situada en la frontera de Eslovenia y que en el pasado dio muchas vueltas políticas.

De hecho, hace algunas décadas el 25% de su población era eslovena y su nombre en este idioma, Trst, se ve por todos los lados. Este miércoles nuevamente hacía un calor intenso, como comprobamos al salir del párking en el que dejamos el coche. También notamos otro cambio: la limpieza y el orden que se percibe por toda Eslovenia desparecen en Trieste pese a su cercanía.

Ana y Juanma habián estado en Trieste en el verano de 1998, cuando intercambiaron con Venecia. La imagen que tenían de la ciudad no se correspondía con la encontrada once años después y sin duda la actual es mucho mas favorable. En ambos casos Trieste les recuerda enormemente a Vigo (urbe costera con un puerto importante que ha crecido sobre unas colinas, por lo que en gran parte se encuentra en pendiente).

La población también es similar (algo mayor la de Vigo) y esta vez gran parte de su centro estaba peatonalizado y arregladito, con muchas de sus calles ocupadas por terrazas, casi imprescindibles con el calor húmedo de la costa adriática.

En un recorrido sin plano por la fachada litoral encontramos estas esculturas magnificas que representan a dos costureras.

Los tres nos acercamos a la imponente plaza de la Unidad de Italia, donde se encuentra el Ayuntamiento y allí localizamos la oficina de turismo. Por primera vez en estas vacaciones nos dieron información en castellano.

Tras una vuelta por sus callejas, algunas tipo Toledo por su estrechez, sin duda para defenderse del calor, y tras la obligada visita a los restos del teatro romano,

situado en pleno centro, buscamos un sitio donde comer. Encontramos una terraza a la sombra para luchar contra el calor y, cosa extraña, nos facilitaron una carta que no incluía los precios, algo mosqueante en Italia en general y mucho mas en Trieste, donde Juanma y Ana tenían muy presente la jugada que en 1998 les había hecho un camarero al timarles con la consumición. Una vez aclarados los precios (no entendemos como se puede dar la lista sin cifras), comimos muy a gusto unas pizzas, que por algo estábamos en Italia, y pagamos las cañas a precio de oro. Al marcharnos, las palomas se abalanzaron como locas a los restos de nuestras patatillas, como hacen en el Gregorio de Vigo.

Después de comer nos dirigimos a la catedral y el castillo de San Giusto, situados en un monte dentro de la ciudad que se parece bastante al de O Castro (Vigo).

La cuestita hizo un poco mas duro el esfuerzo, pero mereció la pena. La catedral es un templo excepcional que data del siglo I, aunque lógicamente ha sufrido numerosos cambios y transformaciones.

Su planta es diferente a lo habitual con cinco naves, tiene un interesante techo artesonado en madera pero sobre todo destaca su ábside recubierto de mosaico.

Nos detuvimos un buen rato, tiempo en el que Mariam descubrió que una de sus capillas es un lugar de peregrinación de los carlistas españoles pues allí estan enterrados nueve miembros de esta familia real. Un folleto con versiones en italiano, inglés y castellano cuenta la historia de los enfrentamientos por el trono de España en el XIX, en los que, afortunadamente, los carlistas no triunfaron.

De la catedral pasamos al castillo, desde el que se divisa una vista completa de la ciudad, y desde allí nos dirigimos a buscar el coche. En la imagen inferior, Juanma con la efigie del escritor Alberto Sava, nacido en Trieste.

Marian tenia interés en localizar el castillo de Miramar, un atractivo palacete donde vivió su historia de amor Maximiliano de Austria, fallido emperador de México, país en el que finalmente moriría fusilado, con la emperatriz Carlota.

Se encuentra a unos kilómetros de Trieste por la costa en dirección a Italia (en sentido contrario a Eslovenia) y llegamos poco antes de que cerrara sus puertas a las siete.

Pudimos recorrer los jardines y el exterior, un lugar de gran belleza donde Mariam tiene claro que "solo se puede ser feliz", aunque vete tu a saber.

¿A qué la siguiente parece la imagen de Vigo desde Cangas? De todos modos, sale ganando Trieste.

Desde aquí, avanzada ya la tarde, regresamos a casa.

LOGARSKA DOLINA, UN MAGNIFICO VALLE ALPINO
Hoy jueves madrugamos para llevar a Marian al aeropuerto y decidimos aprovechar el viaje hasta Brnik para conocer un valle que algunas guías consideran de los más bonitos de los Alpes.

Estamos un poco cansados de tanto ajetreo urbano y finalmente Ana decidió dejar de lado su idea inicial de acercarnos hoy a Klagenfurt, la capital de la región austriaca de Carintia, donde hicimos nuestro segundo intercambio en el ya lejano 1991. Para llegar a este valle maravilloso tuvimos que recorrer unos 70 kilómetros de carreteras de segundo orden, aunque el paisaje justificaba el esfuerzo.

Es un lugar de acceso intrincado, tanto que la carretera se interna por Austria para volver a Eslovenia. El valle culmina en unas montanas enormes de mas de 2.000 metros a cuyos pies se extienden bosques y unos prados de un verde exagerado.

Llegamos con el coche hasta el final del valle, subimos una cuesta para disfrutar de una cascada (slap en esloveno), bonita pero con poca agua, y decidimos darnos un paseo andando hasta la entrada del valle, siete kilómetros, y volver.

Así lo hicimos con parada para comer, de nuevo bien y barato, esta vez en un hotel que como las gostilnas tiene la cocina en funcionamiento de la mañana a la noche.

Un poco agobiados por el calor, que combatimos bajo las sombrillas de la terraza del hotel.

En el paseo por el valle encontramos a una gente que estaba haciendo carbón de forma tradicional.

Todo el entorno es parque nacional y se encuentra muy bien cuidado, aunque la intrincada carretera de acceso cierra desde octubre hasta abril, seguramente por la nieve.

A estas alturas del verano, las montañas alrededor exhibían algunos neveros.

La verdad es que fue un auténtico gustazo.

Al acabar, volvimos a casa tras un viaje de hora y media con la intención de dedicar los cuatro días que quedan a actividades tranquilas y que precisen poco coche. Son vacaciones y no hay que pasarse de esfuerzo.