martes, 21 de julio de 2009

(11) Maribor, Ptuj y el complejo termal

Tuvimos algunas dudas sobre la conveniencia de acercarnos hasta Maribor, la segunda ciudad de Eslovenia pese a que supera escasamente los 100.000 habitantes. Se encuentra en la esquina noroeste, muy cerca de Austria y también de Hungría, lo que implica recorrer 156 kilómetros desde Liubliana y unos 200 desde nuestra casa. Sin embargo, hasta allí fuimos el lunes en una jornada que como todas las últimas fue especialmente soleada y calurosa.

Aunque es una ciudad agradable, ofrece un perfil provinciano y su tamaño facilita recorrerla sin mayores complicaciones. Tiene un par de plazas llamativas y un dédalo de interesantes calles antiguas que fuimos descubriendo durante nuestro paseo. En el pasado debieron serlo más pues la guerra eliminó una parte importante de su riqueza arquitectónica.

También dimos una vuelta por el río, que en su momento albergó un importante puerto del que no queda resto alguno.

De las antiguas murallas medievales se conservan únicamente cuatro torres tras ser derribadas en el siglo XVIII, una de las cuales, la de la foto, situada junto al río.

A pocos metros en la fachada de una vivienda se conserva una vid de 400 anos de antigüedad que algunas fuentes consideran la más antigua del mundo; lo cierto es que todavía sigue produciendo.

Antes de irnos de Maribor, que nos consumió menos rato conocer de lo que habíamos previsto, visitamos la catedral, dedicada a San Juan Bautista, y subimos a la torre para contemplar una panorámica de la ciudad.

Al disponer de tiempo nos encaminamos a Ptuj, una villa de la que ninguno de los tres había oído hablar hasta ahora, pero que figura en las guías de manera destacada.

Se encuentra a una veintena de kilómetros de Maribor, para lo cual atravesamos un fértil valle en el que por primera vez descubrimos cultivos de cereal.

Ptuj tiene poco maás de 11.000 habitantes y desde el primer momento nos llamó la atención; sin embargo, como eran mas de las tres de la tarde y no habíamos comido le dimos preferencia a algo tan importante como reponer fuerzas.Este es el ayuntamiento.

De los seis restaurantes que figuran en nuestra guía localizamos sin pretenderlo el Amadeus, y allí nos fuimos. Según la guía el sitio ofrece "raciones desorbitadas a precios ajustados" y podemos confirmar la veracidad de ambos extremos. Destacar el estilo y la decoración del local, en el que solo estábamos nosotros, quizás por el hecho de que las gostilnas tienen horario continuado, normalmente de 12 del mediodía a 10 de la noche, con lo cual no hay problema en ir a comer a las 4 de la tarde, como hicimos ayer.

Tras la comida recorrimos una localidad en la que, pese a los destrozos originados por los bombardeos aliados en la segunda guerra mundial, cuenta con edificios y unas calles en su conjunto de gran interés.

Especialmente el ayuntamiento y la casa Ljutomer.
Subimos también al castillo cuyo estado de conservación no tenia nada que ver con el de Stanjel que vimos el domingo.

Allí hicimos estas fotos tontas


En el patio de un convento encontramos este pozo con roldana de lo más interesante.

Antes de iniciar el regreso decidimos meternos por carreteras de segundo orden para llegar al que se considera el centro termal mas importante del país. No fue sencillolocalizar Rogaska Slatina ya que la carretera por la que nos llevaba el GPS estaba cerrada (no es la primera vez que ocurre) y una vez en el pueblo (5.000 habitantes) hubo que dar algunas vueltas.

Ello pese a que allí se concentran en un mismo recinto una docena de hoteles-balneario rodeados de parques y de otras instalaciones. Sin embargo, en nuestra visita llegamos a la conclusión de que no debían estar precisamente llenos pese a encontrarnos en plena temporada. En uno de los principales, el Gran Hotel, que se ve en la foto, entramos y se nos cayó el alma a los pies al ver en una de las salas como el pianista tocaba para dos espectadoras.

Hoy martes destinamos la jornada otra vez a Liubliana, para que la conociera Marian, y después nos acercamos a Bled por idéntico motivo.

En la capital hicimos un poco lo de siempre, pasear por zona central próxima al rio, y después nos acercamos al Museo Nacional de Arquitectura, al que llegamos pasadas las tres, intempestiva hora de cierre que desconocíamos. Estuvimos en la biblioteca de la universidad, obra de Josep Plecnik, el principal arquitecto esloveno, fallecido en la década de los cincuenta, y en el teatro nacional de Eslovenia

También fuimos al cementerio donde nuestra amiga arquitecta quería conocer el acceso diseñado por el mismo colega.

Se trata de un conjunto de capillitas y de una entrada repleta de columnas que a los neofitos nos pareció un tanto extraña, pero que en las fotografías luce más que al natural.

Por lo que a Bled se refiere, un lago que a Ana y a Juanma empieza a serles familiar, de nuevo recorrimos sus seis kilómetros de perímetro con la diferencia de que esta vez si que había mosquitos, debido quizás a lo caluroso de la jornada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario